domingo, 31 de octubre de 2010

El trapi* 1ª parte

-¿Cuántos kilos son?
-Veintidós y medio, Matías.
Yo no puedo moverlo. Como están las cosas por aquí sería mi ruina y, créeme, ya me siento al borde del abismo. Pero si lo mueves tú con gente de fuera puede ser coser y cantar.
-Es la calidad lo que cuenta. Trae una muestra y hablamos.
El fardo llevaba en el congelador de Inés -una apacible anciana de Santa Bárbara que regenta un pequeño colmado de la localidad- demasiado tiempo. 
Inés era la madre de una especie de novia que Eutimio tenía en un pueblo cercano. Una relación sin ataduras, pero constante y placentera y, según recalcó en varias ocasiones: “De absoluta confianza, Matías. Mabel es de absoluta confianza”.
-Mabel ronda los cuarenta. Estudia Literatura Española en la UNED y trabaja de camarera viernes y sábados en un garito nocturno de la nacional 341. 
-¿Una lumi?
-Sólo es temporal. Tiene prometido un puesto en una fundación cuando acabe los estudios.
Matías, es de confianza porque el fardo lleva más de un año en un congelador del colmado, y su madre, aunque empieza a exasperarse, no ha dicho esta boca es mía. Está harta de la situación, pero hará lo que su hija quiera.
Mabel y yo nos lo encontramos en un campo de algarrobos. Estaba al lado de un panal, medio cubierto con una lona y debajo de un montón de troncos que el viento había dispersado. No debía llevar mucho tiempo allí, porque nosotros frecuentábamos la zona y nunca vimos pila de leña alguna junto a las abejas.
-¿No me digas que hacéis manitas en los campos de algarrobos?
-A la mierda, Matías. Vete a la mierda.
No me creí su historia. Era mucho más probable que Eutimio, acuciado por sus problemas económicos, hubiera despistado el fardo en alguna operación contra traficantes que usaban el delta como portal de entrada para su mercancía.
Irse al campo con una tía buena a hacer manitas y encontrarse un paquete así es el sueño de cualquier fumeta. Verdad o no, el colega no se atrevía a moverlo por nada del mundo. Sus razones debía tener. 
Una hora más tarde llegó Mabel. Guapa era, porque me puse en guardia nada más verla. Con los años le he ido cogiendo cierta desconfianza a la belleza, así que de entrada no me gustó.
La miré detenidamente. En quince segundos le hice un escaner:
Mabel:
Rostro ligeramente ovalado, juvenil flequillito hasta las cejas y media melena oscura, ojos grandes, claros y algo rasgados, pómulos altos y ligeramente marcados, nariz pequeña con un toque respingón, boca amplia, de labios llenos y sonrisa de nieve, tetas de canalillo, altas, juntas y medianamente generosas, caderas sinuosas, largas piernas, blusa anudada justo debajo del pecho, un pequeño y ajustado pantaloncito tejano, sandalias de cuero y ni rastro de ropa interior.
Todo un bomboncito.
Traía la muestra, una piedra de treinta o cuarenta gramos. Buen género, color marrón rojizo y brillante como una bola de billar. Calenté una esquina de la postura con el mechero y le quité una china. Encendí un fuego de la cocina y puse la piedra a un palmo de distancia.
Sentados en el largo banco de la mesa de la cocina miraban atentos cómo me desenvolvía. Mezclé y lié un petardo. Al encenderlo pude comprobar el aroma y el denso humo blanco que fue saturando el ambiente hasta obligarnos a abrir la puerta que da al patio.
Aparté la piedra del fuego. Estaba templada. La apoyé en mármol y la corté por la mitad. Quería ver cómo era el corte. Si hubiera calentado el cuchillo hubiese sido imposible, el calor del filo lo habría quemado todo. Me puse un poco de hachís entre los dientes y lo desmenucé. La lupa me dijo el resto.
-¿Y bien? –preguntó Eutimio.
-Bien, cabrón. Bien -le contesté, apagando la tacha.
Mabel no dijo palabra. Parecía contemplarnos alucinada mientras hablábamos de dinero y tantos por ciento en tono bajo y conspirativo, quizá poseídos ya por  la ambición y la codicia.
-No es lo que estás pensando, Mabel. Pura necesidad, guapa. Pura necesidad –le dije, levantando el rostro y mirándola a los ojos-. Esto no soluciona gran cosa, pero lo de poner un buen parche y pegarme unas vacaciones si que lo arregla.
Tres partes, Mabel. Si todo va bien… entre diez y trece mil para cada uno.
Si todo el material es como éste, –continué, señalando con el índice hacia la piedra- cosa que aún he de comprobar, no habrá ningún problema.
Eutimio lleva dos meses de baja y está en las últimas en lo referente a dinero. Yo voy tieso desde hace un decenio lo menos. Y de ti, mejor ni hablar.
No lo moveremos de donde está. Vendrán a buscarlo. Podríamos ganar algo más, pero es más seguro que se lo suba a Barcelona el comprador.
Mañana has de llevarme al colmado, Mabel. Si es posible después del cierre. Cuando tu madre no ande por allí. Tiene que estar al margen.
-Vive encima de la tienda, pero está un poco sorda. No será un problema.
-Mabel, supongo que tienes móvil.
-Dos. Uno personal y otro para el trabajo.
-Usaremos el del curro. Mira por dónde, te ha salido un posible cliente en la Trinidad Vieja.
-¿Tendré que trajinármelo? –preguntó, haciendo amago de saltito infantil.
No me mires así. Es deformación profesional. Si me trae la pasta es como si le debiera algo.
-No. No tienes que hacerlo. Era una especie de metáfora. Y deja de poner morritos. Ahora mismo no estoy para juegos.


*Fragmento de "Junto al delta".

lunes, 18 de octubre de 2010

piratas subvencionados

Desde mediados de septiembre Radio Mola FM interfiere la frecuencia (96.6) por la que, desde hace 20 años, emite Radio Pica, y que actualmente comparte con Radio Bronka. Estas dos emisoras sin ánimo de lucro son dos históricas radios libres de Catalunya.
Radio Mola FM emite desde la Torre de Collserola sin concesión administrativa para ello y por una frecuencia que no es la que tiene asignada, pues la frecuencia para la que tiene concesión para emitir en el Vallés, el 89.4 concretamente, es la misma por la que emiten las radios municipales de Sant Boi, Esparraguera y Mataró.
¿Qué hace pues, el grupo Mola en la frecuencia que utilizan estas dos radios barcelonesas, en vez de emitir por la que tiene asignada para el Vallés? Indudablemente, la frecuencia de Radio Pica les abriría el jugoso mercado publicitario barcelonés, y, amparándose en la precariedad de estas dos pequeñas radios, tras ello van.
Radio Pica y Radio Bronka, a pesar de su precariedad económica, y a pesar de algunos, juntas acumulan 53 años de vida radiofónica en nuestra ciudad.
Según Carles Mundó, secretario de Mitjans de Comunicació del Departament de Cultura y Mijtans de Comunicació de la Generalitat, las interferencias se están produciendo desde la planta que Movistar tiene en la torre de Collserola, por lo que la Generalitat no puede hacer nada, pues no tiene ningún control sobre la Torre de Collserola.
Curiosa respuesta, ya que la Generalitat posee el 23% de las acciones de Torre de Collserola, y ha otorgado, desde hace tres años, subvenciones al Grupo Mola TV, del que forma parte Radio Mola FM, por un montante superior a 110.000 euros.
¿Qué amigos tienen entre el nacionalismo moderado catalán? ¿Quién quiere desterrar del dial barcelonés a estas históricas radios? ¿Qué competencias (reales) tiene la Generalitat sobre el dial catalán?
Radio Mola FM emite por una frecuencia para que no están autorizados desde la Torre de Collserola interfiriendo la señal de Radio Pica. Mola FM dispone de una licencia para emitir en dos frecuencias de FM, una para el Vallés, en la ciudad de Terrasa, y otra para la Cerdanya.
El Grupo Mola TV, que también ha sido agraciado con jugosas subvenciones del Ministerio de Cultura del gobierno central, tiene también un canal de TV en TDT para emitir en el Vallés. Este canal de TDT les fue otorgado como televisión histórica (televisiones que emitían antes de 1995), a pesar de no ser cierto que Mola TV emitiese antes de esa fecha, pues el Grupo Mola se constituyó en el 2003. Actualmente emiten por dos canales de TDT, uno que tienen asignado legalmente, y otro por el que emiten sin autorización legal.
Mucho me temo que este turbio asunto tenga que ver con una próxima legislación sobre el tercer sector (sin ánimo de lucro) audiovisual. A finales del mes de julio se publicó en el boletín oficial de la Generalitat un proyecto de ley sobre este sector. No creo que la fecha de su publicación fuera inocente, pues haciéndolo en fechas vacacionales se suele evitar cualquier tipo de debate social sobre el tema en cuestión.
A pesar de la fecha, se presentaron alegaciones, pues desde las radios libres se sospecha, y con razón, que se trata de un intento más de limitar el alcance que ahora mismo tienen estas radios (la ciudad de Barcelona) a un barrio o un distrito.
El espectro radioeléctrico es un bien público, es decir, nos pertenece a todos, y es penoso observar la incapacidad de los poderes públicos para asumir la realidad de estas emisoras, para entender que hay personas y colectivos amantes de la comunicación dispuestas a sacar adelante (durante años y años) proyectos radiofónicos que no incluyen publicidad ni negocio alguno.
La publicidad en la radio comercial ha llegado a niveles asfixiantes. Una obstinada y machacona programación de veinticuatro horas de anuncios, salpicada con unos cuantos programitas para cubrir las apariencias. Al parecer, es a lo que está destinado el medio de comunicación que tanto fascinó a Bertolt Brecht.

martes, 12 de octubre de 2010

12 de octubre

Creo que me acabo/me acaban de apuntar a un proyecto nuevo. “Junto al delta” se encuentra en estado de fosilización profunda por falta de material fumable. Si no me divierto la cosa no marcha igual. No marcha.
Por eso he dicho que si. El único inconveniente es que se amontonará todo. Como si lo viera: En cuanto empiece, aparecerá la Bustillo diciéndome: “Me tienes abandonada en una puta gasolinera, cabrón”. ¡Qué se joda¡
Oigo el salpicar de la lluvia en los cristales de la ventana pensando que quizá con ese proyecto cancelaré una deuda que no tengo. Pero en dos semanas esto olerá a hierba que te cagas y necesito tener algo fijo sobre lo que escribir mientras que la imaginación no resuelva el otro asunto.
Al bar de esquina, donde suelo ir a tomar café por la mañanas, le han dado el palo dos veces en diez días.
“Crisis, hay crisis”, cuentan las noticias.
Hubo huelguita general, y unos cientos de jóvenes despertaron por unas horas al fantasma de la “Rosa de fuego”, y el cielo y el futuro están más negros que el bigote de Frida Khalo, y, a falta de otra cosa, llevo desde el verano leyendo sin parar, casi sin comerme una rosca, y largos tragos de jarabe para la tos. Nada de Codeisan, de los que no colocan ni pizca.
Los vecinos pasean perros bajo la lluvia cuando me asomo a la ventana. El tráfico rodado parece estar de vacaciones, y un gris plomizo es el dueño del paisaje.