Y te pienso
en la ausencia,
la profunda soledad
de tu vacío es mi vértigo,
muerde de madrugada,
entre sábanas.
Me rebelo y escribo,
pasan noches
y más noches,
hasta que ya no duermo,
y el brillo de tus ojos rebota por las esquinas,
implacable, me desvela,
y ya no sueño, y muero.
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