viernes, 10 de mayo de 2013

Para Estrella

Estrella:

Ayer, entreví tus ojos entre la multitud. Parece que te presiento. Supongo que eras tú. Ya ves, podría haberme acercado para averiguarlo, pero preferí no hacerlo. Te parecerá una estupidez, y quizá lo sea; pero una voz interna, quizá mi yo más profundo, se negó en redondo a ir a comprobarlo.
Amanece mientras escribo estas líneas que seguramente no te enviaré, otro despropósito, o puede que no lo sea tanto. Es en estas frescas mañanas de primavera, donde la soledad más acecha, cuando, tremendamente solo, un profundo vacío, y el implacable suplicio que lo acompaña, más añoranzas evocan.
¿Cómo puedes echar de menos lo que nunca has tenido?, me pregunto mientras espero los rayos de un sol que aliviará el frío devastador que, despiadado, recorre hasta el tuétano un cuerpo desalentado. Entra rápido y certero como una definitiva puñalada en el corazón.
Algo sé de ausencias y puñaladas, Estrella; y también de soliloquios.
Y la llovizna que acompaña este despertar cargado de brumas me anuncia que, como una amante frívola y caprichosa, el sol faltará a la cita sin avisar; robándome así, la esperanza de que la suave calidez de sus primeros fulgores alienten el anhelo de un poema ardiente y tierno que haga desaparecer de un plumazo el sombrío rastro de tu ausencia, el gélido quebranto de mi destierro.
Es imposible quitarse de encima un sentimiento, solo puede uno intentar confinarlo en lo más profundo del alma, o adormecerlo a base de sustancias poco saludables; aunque…, ¿sabes, Estrella?, me han contado que algunos, sin duda lo más afortunados, lo subliman, y son capaces de hallar la belleza hasta en los más yermos páramos de la desesperanza.
Fui a tu estreno (no sé si lo sabías), pero acabé por no entrar.
Tuve mis razones, no te creas…, la más importante casi dicha está más arriba. La segunda, quizá anecdótica, es muy simple: Me niego a salir por ahí y tener que verte al lado de otro soplapollas.
Ya ves, al final ha salido el poco de mala leche ibérica que me tocó en la lotería genética peninsular, tan útil y necesaria para un narrador.
Palabras y palabras y palabras…, en tu ausencia…


1 comentario:

  1. Te doy la razón cuando opinábamos que siempre escribes para alguien y ,aunque sea ficción, es precisamente esa ficción lo que nos da vida.

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