jueves, 8 de julio de 2010

13 de agosto*

Poco queda por relatar de mi musa ¿cuándo fue la última vez que la viste desnuda Mario? Fue en Vallpresona (el verano del 93). Yo subía de la playa y me la tropecé delante de una tienda tomando el sol con una amiga.
Mi menda, andaba entonces detrás de otra morena -una antropóloga- taimada y suspicaz, cuya principal preocupación era buscar un semental irresponsable  -conmigo pinchó en hueso- que la dejase embarazada y madre soltera.
Sus pechos -los de mi musa- son altos y algo separados, pero bien puestos y proporcionados. Elegantes -pero no discretos-. Armoniosos; resaltan su rostro, y, si tienes la suerte de verla reír, compruebas que esos pechos también lo hacen, y al abrirse los abanicos que tiene por pestañas, sus almendrados ojos se tornan grandes y brillantes mientras su pelo cae hacía atrás y ondula con un leve y suave giro de su cabeza. La miro y desfallezco.



*Fragmento del libro "Ruido de fondo".

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