lunes, 19 de marzo de 2018

Maldita sea mi estampa 3

No había ido hasta el Clot para despotricar sobre la excéntrica cofradía de la pluma -bastante tenemos cada uno con lo nuestro-, sino para evocar una ausencia; pero la insólita irrupción del tontolaba fumeta me había descolocado. Es una de las servidumbres, o puestos a ser más precisos -ya que estamos en Catalunya-, de los peajes que has de apoquinar si quieres escribir pegado al territorio como una lapa.
Entonces me dije en voz baja: -Un bucólico paisaje con jovencita de uñas al fondo.
Así debería ser esta romántica incursión por los inexplorados caminos de su parnaso, pero, por si alguien todavía no lo sabe, no somos dueños de nuestro destino. Aunque todavía estoy a tiempo de enmendarle un poco la plana.
Y me eché a reír como un poseso...
El origen primigenio de mis deseos insatisfechos menos confesables vivía por allí cerca. Y gracias a nuestros chateos sabía que frecuentaba asiduamente aquel parque, pero nunca por las mañanas -eran sus horas de estudio-. Además, el Donut está tope de lejos. Ningún estudiante asoma el morro por aquí durante la hora de patio. No quería que mi presencia pudiera incomodarla. A saber cómo lo interpretaría.
Busqué con ahínco la luz de su mirada en sus lugares preferidos, los más recónditos del parque; pero fue su tímida y sosegada voz entonando una conocida balada lo que creí oír junto al lago. Aquella cálida y distante melodía sonó tan voluptuosa como el irresistible y fantasmagórico canto de una sirena, y se desvaneció en unos segundos...; sólo fue una resonancia emocional, el eco de su voz orbitando en mi cabeza...
Entonces empezaron a caer unas gotas enormes. ¡Mierda!, señal de chaparrón inminente. Recogí mis cosas rápidamente, abrí el paraguas y, por acortar camino, me dispuse a cruzar a toda prisa por donde no debía; fue una pésima idea. Tropecé con el pequeño bordillo del parterre, sentí un dolor agudo en el tobillo izquierdo y trastabillando me fui directo contra un arbusto espinoso, interpuse el paraguas, me escoré a la derecha y caí de bruces sobre la  hierba.

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